lunes, 11 de octubre de 2010

Elena


Como un día cualquiera, ella llegó a su añorado parque, de un verde intenso tras las última lluvias. 
El cielo estaba despejado, sin una sola nube. Todo parecía indicar que aquel podía ser un día especial, un día diferente...

Esta vez lo que la llevaba hasta a aquel recóndito lugar no era la tristeza habitual, sino un presentimiento que le decía que algo inesperado podía ocurrir. En su interior afloraba un sentimiento que no había tenido antes. Entonces lo vio, allí estaba él, sentado en el banco que ella solía ocupar. 
Algo le decía que se acercara, pero su timidez, que nunca la abandonaba, hizo que diera media vuelta para volver a casa.

- Espera, por favor. No te vayas.

No había nadie más allí, ¿le estaría hablando a ella? 

- Perdona, no pretendía molestarte. Te he visto por aquí en los últimos días...

Era alto y apuesto. Tenía el pelo negro, y los ojos verdes, de un brillo intenso, que le recordaban a la esmeralda, uno de sus minerales predilectos.

- Lo siento, pero se me ha hecho tarde, espero verte otro día por aquí, Elena.

¿Cómo podía saber él su nombre? ¿De qué la conocía? ¿Quién era?

Más interrogantes que añadir a su interminable lista de dudas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario